Sábado, 6 de enero de 2018. Sevilla F.C 3 Real Betis Balompié 5. Dentro de muchos, muchos años, podré decir aquello de: “Yo estuve allí, presente, en el gran derbi del Ramón Sánchez-Pizjuán”.
Tan presente como lo estuve en el Santiago Bernabéu el pasado miércoles 20 de septiembre de 2017, en el que el equipo de las trece barras derrotó también al Real Madrid por 0 goles a 1, en su estadio, después de nada menos que 19 años de sequía.
En esta ocasión, el último festejo de la familia bética en el estadio de Nervión en competición liguera quedó enmarcado en un 2 de mayo de 2012 en el calendario. A este Betis, desde luego, lo van a recordar por las grandes gestas. Cortar una racha de 73 partidos consecutivos de los blancos viendo puerta y de más de 365 días de su eterno rival sin morder el polvo en su estadio son cosas de este Betis.
Y así, tras unos últimos años de peregrinaje pateando el mundo, disfrutándolo como si no hubiera un mañana, tocaba hacer un alto en el camino rumbo a Ítaca y aterrizar en el Real Betis. Quizás por aquello de que en todos los lugares del mundo, uno tiene que aprender una lección. Esa que se repite una y otra vez, hasta que la aprendas.
Y la lección es aprender a disfrutar de los buenos momentos y apechugar en los malos. Seguramente por aquello de que “la vida es lo que más se parece al Betis”. Y porque la vida es incertidumbre y momentos. En un trabajo en el que siempre hay fecha de caducidad, el más feliz es aquel que aprende a disfrutar de la vida viviendo en el alambre. En el Betis no hay término medio, como no existen el placer sin dolor, la luz sin la oscuridad, la alegría sin la tristeza ni la risa sin llanto.
Como tampoco hay veranos que duren tanto como cincuenta inviernos. Nada, ni lo bueno, ni lo malo, es eterno. No es ni siempre ni nunca, aunque a menudo parezca que la vida, o pasa rápido, o nunca pasa. Después de tantas aventuras, experiencias y viajes en busca de Ítaca uno se da cuenta, por las emociones que ver y vivir esto le despiertan, que está en el lugar correcto y de que es un afortunado.
A pesar del tiempo que dure, porque nada es eterno, y pase lo que pase… siempre será ¡Musho Betis! Me lleve donde me lleve mi larga travesía hacia mi tan ansiada Ítaca, siempre podré decir aquello de que viví en el mundo de las trece barras. Y lo hice con pasión. Tal y como lo hiciera durante un lustro en Sudáfrica y más de 15 meses en Filipinas.
Y es así porque pienso que es imposible dar nuestra mejor versión sin emoción. Sea en el país, continente o rincón del mundo que sea. Y esto es tan cierto como que el hombre que dice la verdad no necesita tener buena memoria.
Para nosotros, los profesionales, el secreto está en nuestro nivel de ética, compromiso y respeto hacia nuestra pasión (que en este caso es nuestra profesión), que debe de ser directamente proporcional al que sienten los aficionados por su club y sus colores.
Tan solo así podemos sentir, tanto como ustedes, que nuestro trabajo no cunda lo suficiente para ganar siempre. El respeto por el escudo siempre está presente, tanto en el éxito como en el fracaso que, tal y como decía Rudyard Kipling, son dos grandes impostores a los que hay que tratar siempre con la misma indiferencia. Aunque sin olvidar disfrutar de los buenos momentos y apechugar en los malos, porque esa es la lección.
Después de mi paso por el Ramón Sánchez-Pizjuan no he podido evitar la tentación de escribir estas letras, en mi desatendido diario de Ítaca, con objeto de inmortalizar recuerdos y emociones, tal y como lo hago con los tatuajes en mi cuerpo. En el Betis aprendes a vivir o no tienes vida. Y tal y como reza la famosa canción de Vanesa Martín: “Yo me pido vida”.
El sábado 6 de enero de 2018, una vez más, aprendí que no hay “derbi” como este, ni “clásico” que se le parezca. Que incluso a los Capuletos y a los Montescos les gustaría vivir una relación tan especial. De padres a hijos, de abuelos a nietos. Béticos y sevillistas, no se olviden de trasmitir el amor por sus colores nunca. Gracias a ustedes, de nuevo, he vuelto a recordar que Ítaca es el camino y no el destino.
Sevilla se viste de verde y blanco. Me alegro. Y además de corazón, por todos ustedes. Porque son del Betis y ya está. Y por aquello del único egoísmo aceptable, como decía Jacinto Benavente, que no es otro que el de «procurar que todos estén bien para estar uno mejor». Esta alegría, se la merecían.
¿La frase del día de hoy? “La vida es hambre o festín, tu eliges” (Facundo Cabral). ¿La canción de hoy? “Eternal Flame” de Audiomachine. Canción que escuchaba durante el trayecto del hotel de concentración al estadio y antes del comienzo del partido a pie de campo. Pura emoción. Desde la Ciudad del Betis como siempre con amor, mucho amor, el “Profe”. Ese que algunos, solo algunos, conocen como Jon Pascua Ibarrola. ¿Próxima estación? Benito Villamarín. ¿Próxima parada? Leganés. ¿Destino? Siempre hacia mi tan ansiada Ítaca. Tan cerca y a la vez tan lejos.
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