Sobre mí

"Tal y como entrenamos, así vivimos. Tal y como aprendimos a vivir, así entrenamos." (Dock Bate)

Siempre estaré agradecido de poder acudir todas las mañanas a un trabajo que me apasiona y me hace feliz. La ética, el esfuerzo, la constancia y sobre todo la honradez, valores todos ellos que me inculcaron en mi familia, han sido, son y serán siempre un pilar fundamental tanto en mi desarrollo personal como en el profesional que a menudo, por no decir casi siempre, van de la mano. El tiempo me ha ido enseñando que el mundo del fútbol no es tal y como yo pensaba, que es más complicado de lo que parece, y que a menudo hay que sobrevivir más que vivir. En el poco tiempo que llevo dedicándome a este deporte, he pasado de ser un idealista a ser realista. Con el tiempo he aprendido que la mayor de las virtudes que uno puede tener en este mundo es la de saber adaptarse, pero nunca a costa de perder los principios y valores sobre los cuales nos educaron.

Pues más que “tal y como aprendimos a vivir así entrenamos”, yo diría que “tal y como nos enseñaron a vivir, así entrenamos”. Considero que la mayor oportunidad que nos concede este trabajo es la de poder ayudar a alguien a conseguir sus objetivos, a cumplir sus sueños, adoptándolos también como parte de los nuestros en una especie de reto personal. Y sobre todo, el tiempo me ha enseñado, que «el fútbol no es el fin, el fútbol, es el medio«.

Ser entrenador es un acto de amor

El amor es la esencia de ser entrenador y su significado; el pilar fundamental del liderazgo y del compromiso sincero, de corazón, con el crecimiento, bienestar y la prosperidad del otro, con el desarrollo de otro ser humano.

Un amor surge desde nuestra dimensión más profunda y humana, expresándose en el deseo genuino de ver evolucionar a los demás. Ser entrenador es tener la capacidad de servir a través de compartir todo aquello que genera paz, aprendizaje, satisfacción, felicidad y alegría. Es comprometerse con el desarrollo integral y la evolución del otro.

En este contexto, el amor se convierte en una forma de ver, interpretar, de vivir el fútbol y de relacionarnos con el mundo. Es comprender, aceptar, valorar y respetar a los demás, dejando a un lado lo que creemos, sentimos y pensamos, pues sabemos que nadie puede dar su mejor versión si no se siente querido, valorado y respetado.

Nelson Mandela dijo: “Lo que importa en la vida no es el mero hecho de haber vivido; son los cambios que hemos provocado en las vidas de los demás lo que determina el significado de la nuestra”. Hoy, después de más de 25 años como entrenador de porteros en diversas etapas, categorías, ligas, países y continentes, sigo convencido de que que no hay propósito más grande y motivación más poderosa, para seguir vinculado a esta profesión, que el amor.

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