Despertarse  cada mañana es ya de por sí un milagro poco valorado y un motivo de celebración y de alegría. Éramos felices y no lo sabíamos, somos felices y no terminamos de darnos cuenta. Este 2020 nos ha traído a la memoria el famoso tópico de uso popular de “cualquier tiempo pasado fue mejor”. Aunque todo es relativo, tan relativo como decir que cualquier tiempo pasado fue, simplemente, anterior a este, o que cualquier tiempo futuro no será mejor ni peor, sino posterior. Ya lo dijo Thomas Fuller: «Nacemos llorando, vivimos quejándonos y morimos desilusionados». Nunca llueve a gusto de todos y menos a nuestro gusto. 

Y así, claro está, es imposible alcanzar el buen vivir o la vida plena, que para el filósofo Epicteto no era otra cosa que el dominio del arte de vivir en armonía con todo lo que nos rodea. Ante cualquier cosa que nos impulse a la tristeza, decía, no estaría mal recordar aquello de: «No es que esto sea un infortunio, sino que sobrellevarlo noblemente es una suerte». Algo sabría de esto aquel griego (cojo como consecuencia del maltrato que le infligió su amo Epafrodito), que no por nada vivió parte de su vida como esclavo en Roma mientras se convertía en lo que terminó siendo: un filósofo de referencia.

«No pretendas que los sucesos sucedan cómo quieres. Quiere los sucesos cómo suceden y vivirás sereno», decía. Veinte siglos más tarde, sigo pensando que este es el gran secreto para alcanzar la serenidad y la paz interior, y también uno de los grandes pilares de la felicidad. El 2020 ha sido un año para ejercitarnos, y además de forma estoica, en el arte de la aceptación; un auténtico reto y un noble desafío. Estos últimos 366 días nos han recordado que el mundo, tal y como decía Benjamin Barber, no está dividido entre débiles y fuertes, ni entre los que tienen éxitos y acumulan fracasos, sino entre los que aprenden y los que no, pues el verdadero ÉXITO de la vida consiste en APRENDER, en enfrentarse a los desafíos y en hacer progresos.  

Siempre somos nosotros quienes determinamos nuestro propio modo de estar y de interactuar con el mundo y de mantener, o no, nuestra independencia espiritual frente a los avatares de la vida. A través de nuestra ACTITUD podremos ser capaces de convertir también, o no, un mal aparente en un bien interior y de ser dignos, o no, de nuestros sufrimientos. La pregunta no es ¿Por qué me sucede? sino ¿Para qué me sucede?.

Este año 2020 nos ha obligado a aprender rápido y a vivir, que no sobrevivir, en la incertidumbre, en el vacío y en el hartazgo. Y ¿El 2021? Quién sabe con lo que este nos sorprenderá. Tal y como reza una famosa canción: “Solo le pido a Dios que el futuro no me sea indiferente, que la reseca muerte no me encuentre vacío y solo, sin haber hecho lo suficiente”.

Nada como vivir con la sensación de haberlo hecho (lo suficiente), nada como ser fiel al concepto de Ralph Waldo Emerson de “Obedecerse a uno mismo”. Concepto que Mónica Cavallé definía en su libro «El arte de ser» como ”ser ley para uno mismo, sentir ante nuestras auténticas mociones interiores el respeto más absoluto e incondicional; y actuar en armonía con ellas o, más aún, a ser uno con ellas”. Y añadía: «No hay dolor superior que al que acompaña la conciencia de no haber sido, de no haber vivido en toda la hondura de esta palabra, de no haber movilizado nuestras más propias y profundas posibilidades. La tarea de la VIDA es CRECER y no ostentar un currículo intachable» añadía.

A este 2021 además de salud, tanto para mis seres queridos como para mí, tan solo le pido lo mismo que me ofreció con generosidad el 2020: PASIÓN por la VIDA, además de PROPÓSITO y SENTIDO, un TRABAJO para desarrollarme y crecer, libros y tiempo de lectura para adquirir conocimientos y SABIDURÍA, y PAZ INTERIOR y EQUILIBRIO para vivir desde el AMOR. Y sobre todo, tal y como reza una famosa plegaría: “SERENIDAD para aceptar las cosas que no puedo cambiar, VALOR para cambiar las cosas que puedo cambiar y SABIDURÍA para conocer la diferencia».

Por esto y por todo, tal y como dijo el emperador y filósofo romano Marco Aurelio: “Cuando te levantes por la mañana, piensa en el precioso privilegio de estar vivo, respirar, pensar, disfrutar y amar”. Celebra tu existencia y convierte tu historia en una fiesta. Despertarse cada mañana, con la que ha caído y está cayendo, es ya de por sí un milagro poco valorado y un motivo de celebración y de alegría.

Desde aquí desear un Feliz Año Nuevo a todos aquellos que, a través de esta mi pequeña ventana al mundo, me acompañan durante mi maravilloso viaje hacia Ítaca, y hacerlo además de forma especial a aquellos que este 2020 han sufrido un poco más. Decirles que no desistan, que la vida siempre acaba recompensando a los «buenos», pero que lo hace con demora. Y que si bien es cierto que no se puede vivir de la ILUSIÓN y de la ESPERANZA, también es verdad que ambas hacen un poco más llevadera la espera. Un inmenso abrazo y gracias a todos por vuestra compañía. Nos vemos en el camino, en el único camino: el del AMOR. ¡A por ese 2021!