Tal y como decía Paulo Coelho: “Si eres lo suficientemente valiente como para decir adiós, la vida te recompensará con un nuevo hola”. Finalizada mi colaboración con la Selección Nacional de Filipinas, ya estoy dando comienzo a una nueva y apasionante etapa en el Real Betis Balompié.
Después de muchos años intentando llegar al fútbol profesional, la vida me ha obsequiado con el mejor de los regalos. Por fin, ya estoy de vuelta en casa. Y si, digo en casa, porque desde la primera vez que me pongo las botas en un nuevo club, entiendo que debo crear un vínculo y un sentimiento de identificación y de pertenencia para desarrollar mi trabajo.
Es por esta razón que desde hace unos días el Real Betis Balompié ya es mi casa. La famosa frase de “El destino siempre te encontrará. Todo tiene su momento y cada sueño su tiempo”, se ha hecho realidad. Un sueño que he perseguido y al que le he dedicado mucho tiempo. Tanto como el que le venís dedicando muchos de vosotros, y del que seguramente tendréis la sensación de no obtener recompensa. No abandonéis, el que la sigue la consigue.
Ya puedo decir que soy una de esas personas privilegiadas que tienen la oportunidad de trabajar en la mejor liga del mundo. No puedo más que sentirme un afortunado. No solo por haberlo conseguido, sin también por todas esas felicitaciones y muestras de cariño recibidas. Uno tiene la sensación de que este logro, es también vuestro, porque se que muchos de vosotros os veis un poco reflejados en mi persona por vuestras trayectorias. Y porque corrobora, una vez más y pesar de los pesares, que podemos hacer buena la frase de “Si vives tu vida de la manera correcta tus sueños vendrán a ti”.
Los míos, mis sueños, por fin me encontraron. A pesar de que muchas veces me dieron esquinazo. Pero finalmente me encontraron en el lugar, en el tiempo y en el momento adecuados. Con un Betis motivado, inmerso en un apasionante nuevo proyecto que siento como propio y al que le debo implicación, compromiso y trabajo.
Hoy me vienen a la cabeza Wayne Sandilands, Dennis Onyango, Kennedy Mweene y Thela Ngobeni, porque sin ellos saberlo me ayudaron a crecer como entrenador, pero sobre todo por el ambiente emocional que se generaba en nuestras sesiones de entrenamiento. Trabajar con ellos era disfrutar a diario.
Creo sinceramente que aquí, en el Betis, puedo volver a vivir lo mismo. Llego aquí para quedarme, muchos años, a pesar de que todos sabemos que en el fútbol los técnicos tenemos las maletas con ruedas y la fecha de caducidad siempre aprieta.
Si la vida es lo que más se parece al Betis, estoy en el lugar adecuado. Tras muchos años en el extranjero ya puedo decir aquello de que he conseguido mi sueño, mi gran sueño, y que a partir de ahora voy a trabajar para que el Real Betis Balompié consiga los suyos. Por aquello de que considero que la mayor oportunidad que nos concede este trabajo es la de poder ayudar a otros a conseguir sus objetivos y a cumplir sus sueños, adoptándolos también como parte de los nuestros en una especie de reto personal.
Hoy, no me queda más que agradeceros con todo mi corazón todas esas muestras de cariño (a través de WhatsApp, redes sociales, sms, llamadas etc…) recibidas. Lamento no haber podido atender a todas tal y como me hubiera gustado. Me ha sido imposible pero no me olvido. Nunca me olvido.
¿La frase del día de hoy? “Las cosas tienen valor no por lo que cuestan, sino por la importancia que tienen en nuestras vidas. Lo imposible solo tarde un poco más”. Desde Montecastillo (Jerez de la Frontera) como siempre con amor, mucho amor, “El Profe”. Conocido por algunos, solo por algunos, como Jon Pascua Ibarrola. Siempre agradecido.
Y decirte, querido Martí Perarnau, que la única felicidad que puede medirse es la que provocas y contagias a los que están a tu lado. Esa, es la que realmente cuenta. El cielo, un día más, sigue siendo el límite. ¡Mucho Betis!
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