«Porque el tiempo que se disfruta es el verdadero tiempo vivido, porque cada momento es especial para quien tiene la visión de reconocerlo y vivirlo como tal» Jorge Bucay. Porque hay veces, en diferentes momentos de nuestras vidas, que nos complicamos enumerando los pesares y prácticamente no valoramos las pequeñas alegrías.

Y sobre todo porque disfrutar es, de alguna manera, una forma de recibir con agradecimiento el regalo de la existencia, nada como dar fin a una temporada con la satisfacción de haber alcanzado el objetivo profesional y deportivo disfrutando del camino y recordando más alegrías que pesares. Más si cabe cuando la vida, tras haberte mantenido siete meses alejado del camino (en lo futbolístico) te obsequia con el regalo de un viaje totalmente inesperado.

“Es mucho más importante tener una brújula apuntando sobre un objetivo concreto que tener un mapa” decía Joichi Ito, emprendedor, inversor, activista y empresario japonés. No obstante, también se puede viajar con un mapa y dejar que la propia vida y el destino te marquen un objetivo y un destino. Lucio Anneo Séneca, en este sentido, también hubiera dicho que “Ningún viento es favorable para quien no sabe dónde va”. A pesar de que tal y como decía John Ronald Reuel Tolkien, escritor, poeta, filólogo, lingüista y profesor universitario británico: “No todos los que deambulan andan perdidos”.

Efectivamente, no todos los que andan de aquí para allá están perdidos. Sobre todo aquellos que ya encontraron su Ikigai y no conformes con ello, una vez de haberlo descubierto, tratan de tener el valor suficiente y se esfuerzan para no perderlo, pues entienden que invertir su tiempo en aquello que les hace realmente felices es la mejor manera de tener una feliz existencia y el secreto de envejecer siempre jóvenes, pues son conscientes de que no van a vivir eternamente y que no pueden disfrutar de nada que no estén dispuestos a perder.

“Las cosas que amamos son como las hojas de un árbol, pueden caer en cualquier momento cuando se alza el viento” dijo Marco Aurelio. La impermanencia de las cosas es la única constante y la esencia del Universo. «El cambio es lo único que no cambia», afirmaba el filósofo presocrático Heráclito de Éfeso.

El Ikigai: la razón de ser, de vivir, el propósito y el combustible esencial para la vida y la brújula que nos permite deambular por el mapa sin un rumbo y sin estar perdidos. Esta experiencia en el Olympique, en Francia y en la ciudad de Marsella me ha dado la oportunidad de hacer un viaje que no venía en las cartografías y a aprender un poco más del arte de vivir. Pero del arte de vivir bien; que no es otra cosa que hacerlo conforme a lo que es nuestra virtud y nuestra naturaleza. Pues tal y como dijo Osho, profesor de filosofía, orador y el líder de un movimiento espiritual de origen indio: «Una vida que no sea armoniosa está condenada a ser miserable, trágica, una carga que hay que llevar como se pueda, un sufrimiento».

Y para ello, lo que necesitamos, según el neurólogo, psiquiatra y filósofo austríaco Viktor Frankl, no es una existencia tranquila sino un desafío por el que desplegar nuestras capacidades y luchar. Una lucha que, volviendo al filósofo estoico cordobés (Séneca), consiste en «no doblegarse bajo el peso de la vida y lograr que triunfe la fuerza de nuestro espíritu».«La felicidad siempre la decide tu corazón», decía Mitsuo Aida, poeta y calígrafo japonés.

Estos dos últimos meses, además de por lo futbolístico (que sigue siendo lo más importante de lo menos importante) los recordaré porque me han otorgado de nuevo la oportunidad de enfrentarme a un nuevo desafío en el que desplegar mis capacidades y luchar, y con ello el privilegio de vivir, de disfrutar, de aprender, de descubrir, de conocer, de experimentar y de amar. Fin a una temporada más en el fútbol profesional, en esta ocasión en Francia, donde el objetivo de alcanzar la UEFA Europa League fue conseguido y donde el fútbol, una vez más, no fue el fin sino el medio. Gracias OM por estos dos maravillosos meses de viaje.