
Tras disfrutar de prácticamente una semana de descanso el equipo ya se encuentra inmerso en la preparación de su primer duelo liguero y con ello he tenido la oportunidad de volver a los entrenamientos. Sigo con el plan marcado, construyendo y formando sin olvidar y mirando de reojo la competición, que por otro lado es otro de los medios a través de los cuales disponemos para conseguir nuestro objetivos.
Unos objetivos que no son opuestos ni se solapan, sino que se complementan. Si bien en grandes ligas como en Europa, Inglaterra, Alemania o Italia, el entrenamiento de los porteros en equipos de alto nivel debe de ir orientado directamente a la competición, al rendimiento, y a la obtención de puntos y de títulos, las circunstancias aquí son un tanto diferentes.
En este tipo de países donde el nivel técnico táctico de los porteros está muy por debajo del de los europeos, los objetivos y métodos de entrenamiento específico deben de ser totalmente diferentes y a menudo hay que aislarse de la competición. Y todo esto a pesar de nuestro “purismo” y de las actuales corrientes y tendencias de aproximar el entrenamiento a lo que es el juego.
Al final, el entrenamiento hay que adaptarlo a las circunstancias, y a pesar de que uno esta preparado para trabajar con la Y, la X y la Z, despejar incógnitas, disfrutar con los logaritmos y trabajar con fórmulas complejas de física y química, debe adaptarse a lo que es la realidad en cada entorno y en cada país. Esto es algo que tuve que hacer también en África, pues lo que me encontré a mi llegada fue algo totalmente diferente a lo que dejé allí a mi partida. Los que habéis tenido la oportunidad de disfrutar de alguna de mis ponencias en los congresos en los cuales he participado habéis podido observarlo.
A pesar de que me gustaría hacer otras cosas mucho más complejas y trabajar otros aspectos, mi sentido de la responsabilidad me lleva a trabajar de esta manera. Dirigir toda mi atención hacia la esencia, hacia lo principal, hacia lo básico, porque sé que es la forma más rápida de construir, asentar bases y tener impacto.
Aunque parezca mentira, en este mes y medio que llevo en el país y las dos semanas que me quedan hasta mi vuelta el próximo 15 de mayo a España, los porteros no han realizado ni realizarán, ni tan siquiera un despeje de puños conmigo durante las sesiones de entrenamiento específico. Lo tengo muy pero que muy claro.
Sigo trabajando los desplazamientos, el dominio corporal (equilibrio y coordinación en movimiento) las posiciones básicas, los fundamentos y blocajes aéreos, el juego con los pies (control, pase y golpeo) y el inicio de juego ofensivo mediante pase de mano día si y día también. Y más teniendo en cuenta que en el mes y medio que llevo aquí el equipo ha disfrutado de 15 días libres, ha disputado 3 partidos y que los días previos a los partidos (3 sesiones) no he tocado a los porteros.
Quizás ahora podáis comprender mejor que las líneas y contenidos de entrenamiento tienen que ajustarse a las necesidades, al entorno y particularidades del contexto donde realizamos el trabajo. Por más que seamos “puristas” metodológicos y dispongamos del “Santo Grial” y de métodos muy modernos con gran cantidad de material alternativo capaz de convertir en viral cualquier vídeo que publiquemos…
Eso si, introduzco tantas variantes en las tareas y ejercicios que para ellos, todo es nuevo. En cambio para mí, todo es básico, muy básico, porque es un modelo que tengo muy muy trabajado, incluso a la hora de realizar correcciones, que son metódicas y controladas, muy controladas.
Pero aún así, gracias a esta aventura, tengo que decir que en tan solo mes y medio puedo decir aquello de que soy mejor entrenador de lo que lo era a mi llegada, y que los porteros me están ayudando a crecer y observar cada vez detalles que anteriormente pasaban para mí desapercibidos.
Culturalmente, hay un salto muy grande (exagerado), respecto a lo que me encontré en África o respecto a lo que hay en España, con lo que las competencias y habilidades que adquiere uno se multiplican en estos viajes. ¿La frase del día de hoy? «No es lo que conseguimos lo que nos hace felices, sino la clase de persona en la cual nos convertimos. El éxito es algo que atraes por la persona en la que te conviertes” (Tonny Robbins). Desde Filipinas como siempre con amor mucho amor, el “profe”, también conocido por algunos, solo por algunos, como Jon Pascua Ibarrola.
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