Con el paso del tiempo y una vez superados los 40 años, uno se hace cada vez más selectivo a la hora de elegir a quién va a abrir las puertas de su corazón, a pesar de que quienes vivimos la vida desde el amor, a menudo, nos olvidamos de hacer un filtro. Lo conocí un sábado 13 de Junio de 2015, durante mi participación en el Primer Congreso de Entrenadores de Porteros de Villafranca del Penedés.
¿Su nombre? Don Gabriel Peluffo. Un tipo uruguayo que se me presentó a mi llegada a la localidad de Villafranca el viernes previo a aquel congreso. ¡No tenía ni idea de quién carajo era! Él, en cambio, conocía mi vida de arriba a abajo, no por nada llevaba siguiendo mis publicaciones a diario durante unos cuantos años. Quizás hasta me envió algún mensaje o email privado para comunicarme su asistencia al congreso pero… ¡Ni me acordaba!.
Son tantos los emails y mensajes que recibo que a menudo no sé ni tan si quiera con quién estoy hablando, y me cuesta relacionar este intercambio de mensajes con nombres y caras. Mientras acudíamos en coche al lugar donde nos encontrábamos hospedados comenzamos a hablar de filosofía. De filosofía sí, filosofía del deporte y de vida. Le pregunté cual era su historia, su vida, de que vivía… y comenzó a hablarme de su Plan A, Plan B y Plan C con esa pasión que a las personas emocionales nos caracteriza.
A la llegada a nuestros aposentos me sorprendió regalándome un libro que traía consigo desde Mallorca, lugar donde reside. “El camino de las lágrimas”, de Jorge Bucay. Seguramente lo hizo por aquello porque durante mis posts escritos estos últimos cinco años siempre he hecho referencia a muchos libros y frases célebres procedentes del mundo de la psicología.
No fue aquel el único obsequio que esa noche me llevé de manos de unos desconocidos que ahora son para mí casi como familia. Para no extenderme en el relato mejor adjunto un enlace de lo que aconteció aquel fin de semana en nuestras vidas:
Pues bien, desde aquel entonces este uruguayo tan peculiar (porque realmente lo es) que me llama “Profesor” para mantener las distancias cuando nos encontramos en público, se ha convertido en un gran amigo. Y es así porque tal y como reza el título de un artículo escrito por “La mente es maravillosa” que cayó en mis manos hace unos meses: “Adoro la gente que te mira a los ojos y ve con el corazón”. Un artículo que dice así, y que describe perfectamente a toda esa gente “especial” que habita en mi corazón gracias a su nivel de reflexión sobre lo que es la vida, empatía hacia las personas y el amor por las relaciones personales que les caracteriza.
Adoro a la gente que mira con los ojos y ve con el corazón
Me gusta la gente sencilla y trasparente, las personas que son capaces de darte el auténtico reflejo de lo que son, y que a su vez, te permiten ser tú mismo en cada instante. Sin lugar a dudas no es pedir demasiado, y por ello, antes de preocuparnos también en encontrar personas auténticas, debemos preocuparnos también en serlo nosotros mismos. No es adecuado esperar que nos ofrezcan sin saber ofrecer primero.
Las personalidades que viven la vida desde el corazón son aquellas que no ocupan espacios, son hábiles constructores de puentes. Tampoco llenan vacíos, porque son artífices de las emociones más íntegras, de la humildad más auténtica. Si en tu día a día conoces a alguien que enriquece la vida de la forma que sea: mediante el conocimiento, el apoyo diario, o esa complicidad que no se puede explicar con palabras, no la dejes ir.
No es fácil encontrar personas que de verdad conecten con nuestra esencia, y a su vez, nos hagan la vida más fácil sin pedir nada a cambio. Es preciso cuidarlos como el mejor de los tesoros, como el bien más preciado, porque quien vive una vida desde el corazón, solo puede ofrecer honestidad y reciprocidad.
Ayer, cuando este peculiar uruguayo me envío el vídeo que acompaña esta nota de mi blog a través de WhatsApp, no pude más que acordarme de este precioso texto de “La mente es maravillosa”, y de lo mucho que valoro tener este tipo de personas en mi vida. Por suerte son unos cuantos, y ni que decir tiene que algún día me gustaría tenerlos a todos ellos rodeando una mesa, por aquello de que todo lo bueno debe ser compartido, y porque sé que también se convertirían en grandes amigos. Con esto y con todo doy gracias al fútbol y porque no decirlo, a la vida, por haberme dado tanto.
¿La frase del día de hoy? «La profundidad de una persona no se mide por la huella que deja al pasar, sino por la distancia que abarca su mirada» (Carolina Herrera). Gracias a la vida por haberos puesto en mi camino. Gracias a vídeos como este puedo seguir diciendo aquello de que “El fútbol no es el fin, el fútbol es el medio”. ¡Nunca dejes de creer!
Jon Pascua Ibarrola
Manila (Filipinas), viernes 6 de mayo de 2016.
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