La reciente destitución de Rafa Benítez como entrenador del Real Madrid y la llegada al banquillo de Zinedine Zidane como su sustituto en el banquillo blanco ha generado una gran convulsión en todos los medios de comunicación y en la calle, y reavivado la eterna discusión sobre la facilidad con la que los ex jugadores profesionales llegan a los banquillos de los clubes de élite.
Sin hacer un juicio de valor sobre lo sucedido en el Real Madrid y sobre la validez de Zinedine Zidane para ocupar dicho cargo (Dios me libre pues bastante tengo con mirarme al espejo y dedicarme a lo mío), la generada polémica me ha inspirado a escribir un artículo y codificar en palabras unas cuantas reflexiones al respecto. Para ser sinceros, no creo que a estas alturas nadie tenga ninguna duda de que se tienen más probabilidades de ser entrenador profesional habiendo sido también jugador profesional antes.
Esto es un hecho irrefutable, como también lo es que el camino para llegar a los banquillos del fútbol de élite es para los ex jugadores menos sinuoso y abrupto. Echando un poco la vista atrás podemos observar como Luis Enrique comenzó su andadura profesional como técnico en el Barcelona B (Segunda División B) logrando el ascenso, mientras que Guardiola lo hizo en el mismo equipo un año antes (2007) ascendiendo también desde 3ª a la división de bronce.
Michel González comenzó en los banquillos en el Rayo Vallecano en 2ªB y Quique Sánchez Flores en las Categorías inferiores del Real Madrid. Mientras, Julen Lopetegui, lo hizo también en el Rayo Vallecano (2ª División) en el año 2003. Juan Carlos Unzúe en el Numancia (2ª División), tras su etapa como entrenador de porteros en el F.C Barcelona. Siguiendo un poco con los ex jugadores del F.C Barcelona comentar que Ronald Koeman comenzó en los banquillos en 1998 como 2º entrenador de este mismo equipo a las órdenes de Louis Van Gaal, y que Fran Rijkkard hizo lo propio ese mismo año con Guus Hiddink en la selección de Holanda.
Frank de Boer dio comienzo a su periplo  como entrenador el año 2010 en el Ajax de Amsterdam y Hristo Stoichkov en el 2004 con la selección de Bulgaria. Luis Milla en el U.D Pujol de 3ª división en el año 2006 y al siguiente pasó a entrenar a la selección española sub-21. Volviendo a los ex jugadores con pasado blanco comentar que Aitor Karanka comenzó su andadura como técnico de la Federación española de fútbol el año 2008, y que Rafa Alkorta se sumo también recientemente a los banquillos junto a su ex compañero Michel en el Olympiacos el año 2013.
Puede que los datos no sean del todo exactos (Wikipedia), pero más o menos estos son algunos ejemplos de cual puede ser habitualmente el proceso. Para añadir algunos datos más, la temporada pasada, un joven llamado Xabi Martín Nebreda, en un artículo publicado tanto en su blog como en la firma invitada de mi web titulado “Y tú ¿Con qué has empatado?” citaba lo siguiente:
“En 1ª división, de 20 equipos,  aparecen 16 ex jugadores como primeros entrenadores, 15 ex jugadores como segundos entrenadores y 13 ex porteros como entrenadores de porteros. En 2ª división aparecen; de 22 equipos, 13 ex jugadores como primeros entrenadores, 13 ex jugadores que ejercen como segundos entrenadores y 7 ex porteros como entrenadores de porteros”.
Un compañero de profesión (el cual por cierto es un ex jugador) me dijo una vez, hace apenas siete meses cuando volví a España, que las “meritocracias” en el mundo del fútbol no existen. Entendiendo por “meritocracia” el hecho de que las posiciones son conquistadas con base al mérito, que hay un predominio de valores asociados a la capacidad individual, y que la selección para estos puestos está realizada de acuerdo a la capacidad de los aspirantes. Vamos, que venía a decirme que los “méritos” no se valoran, son invisibles o no existen.
No sé si los méritos se valoran, si son invisibles y ni tan siquiera si existen o no, pero de lo que sí estoy seguro es de que las cosas ¡Son como son! Volviendo al tema de los ex jugadores, no tengo ninguna razón para saber si están capacitados o no hasta verlos trabajar. Y considero que pueden estarlo (capacitados) en mayor, menor o misma medida de lo que lo estamos los entrenadores que no hemos sido ex jugadores profesionales. Dudar de su capacidad, de inicio, no es justo y es un juicio de valor sin ningún tipo de argumento.
La única realidad en todo esto es que a los ex jugadores profesionales las oportunidades les surgen antes y de forma más ágil. ¿Por qué? Pues tiene una lógica muy sencilla; los conocen en los clubes y tienen una buena red de contactos. Además de un nombre que es respetado y que siempre genera un impacto positivo entre los aficionados. Y aquí incluyo también a los que comienzan a trabajar como entrenadores asistentes, entrenadores de porteros y técnicos del club en los diferentes equipos de los escalafones inferiores.
Estos últimos, asistentes, entrenadores de porteros y técnicos del fútbol de la etapa de formación, lo tienen también más fácil y la razón es también en base a esa misma lógica. Mientras unos (tras finalizar su etapa como jugadores), comienzan su periplo como entrenadores (también en el fútbol formación) en algún club en el cual fueron jugadores, otros se incorporan al cuerpo técnico de algún ex compañero (de su etapa como jugadores en activo) que pasa a hacerse con las riendas de algún equipo. Los hay también que se incorporan al staff de algunos de los que fueron sus entrenadores. Es una clara cuestión de probabilidades que se generan por el tipo de red de contactos.
Y esto, los que no hemos sido jugadores profesionales y queremos hacernos un hueco en el mundo de la élite lo sabemos ¡Vaya si lo sabemos! Luego, considero también que hay un desconocimiento muy grande de como trabajan los técnicos (hablo también de cuerpo técnico asistente o técnicos de fútbol formación) cuando firman y se incorporan a los clubes, valorándose más el tema de la “confianza”. Rodearte de gente en la cual puedas confiar es importante, es por esta razón que la primera opción, para los clubes y los entrenadores, son siempre los contactos más próximos o cercanos.
El currículum, la experiencia laboral, la capacidad de trabajo, la implicación y el conocimiento son razones o méritos que a menudo no pueden luchar frente a otras razones de peso como la “confianza”.  Personalmente los ex jugadores profesionales (sin verlos trabajar) me generan las mismas dudas, como futuros entrenadores, que los ex jugadores que no han sido profesionales. Parten desde la misma línea de salida, aunque a menudo no les haya hecho falta correr las rondas clasificatorias.
No obstante sí que están formados, puesto que la formación que han ido adquiriendo (no reglada ni oficializada en títulos académicos o federativos, o sí) durante su etapa como jugadores, en la cual han coincidido con entrenadores y compañeros que poseen un gran conocimiento, les otorga un valor añadido a la recibida en las aulas. Que se lo pregunten por ejemplo a los jugadores del Bayern de Munich, Barcelona, Chelsea o Real Madrid, que han tenido la oportunidad de aprender a diario (durante años) de los considerados mejores entrenadores del mundo.
Eso sí, hay una diferencia muy grande entre ser entrenador de un equipo de élite y trabajar en la etapa de formación de un club. Me atrevería a decir, haciendo un juicio de valor, que el perfil de ex jugador profesional se adapta mejor a ser entrenador en un equipo de élite (etapa de rendimiento) que a ser entrenador en la formación. Y digo esto haciendo referencia a los casos en los cuales los jugadores saltan directamente del terreno de juego a los banquillos.
Pasar de ser jugador en un equipo profesional a ser entrenador en un equipo también profesional es dar continuación a una línea de entrenamiento y de gestión que ya es familiar, mientras que comenzar a entrenar o trabajar con niños de 12 años es muy, muy diferente. Son conceptos y mundos muy distintos. Sacar rendimiento y «enseñar» no es lo mismo. Volviendo un poco al hilo anterior; trabajar con gente brillante a tu alrededor ayuda, y mucho. Te convierten en mejor entrenador. Siempre y cuando estés interesado en serlo y te apasione este trabajo. Los ex jugadores parten también con esa ventaja, pues han estado rodeados de gente más «brillante» y han tenido la posibilidad de adquirir una mayor cantidad de conocimientos.
Entonces ¿Dudamos de que los ex jugadores profesionales estén preparados para ser buenos entrenadores? Yo creo que no. Lo que sucede es que nos molesta que los banquillos sean una especie de “coto cerrado” o de más fácil acceso para ellosa la vez que nos duele ver que son muy escasas las oportunidades o plazas que quedan para el resto. Y en esas plazas limitadas llamadas “las afortunadas”, (a repartirse entre el resto de los mortales) para ser sinceros, sucede lo mismo. En muchas ocasiones no se reparten con los más capacitados, sino con los que están mejor relacionados o tienen una mejor y mayor red de contactos. O los que más se mueven, dejan ver, o hacen un exquisito trabajo de relaciones públicas.
En esto de los entrenadores, no existe una red de «scouting» en la cual se haga un seguimiento de como trabajamos y cual es el tipo de metodología que aplicamos, y es difícil que alguien llame a la puerta a los que no están metidos dentro de la «rueda» de la élite profesional. Y si lo hacen, es habitualmente a través de una red de contactos; Llámese agente, amigos o conocidos. Es también un mundo en el que “Tantos contactos tienes, tanto vales”. Muy similar al de cualquier otro sector laboral y de la vida misma.
Y ¿Qué pasa con los entrenadores españoles cuando buscamos trabajo en países extranjeros? Pues que con el pasaporte español tenemos ventaja sobre los entrenadores de los países a los que emigramos, pues estamos mejor considerados. Sin haber hecho grandes cosas en nuestros países (ni tan siquiera haber sido profesionales en algunos casos) conseguimos la “pole” en la parrilla de salida del fútbol de otros países algo más retrasados en su evolución que el nuestro. Aquí en cambio no nos preocupan tanto las «meritocracias». Su ausencia juega a nuestro favor.
Echando piedras sobre mi propio tejado comentar que este fue mi caso, y que tras unos cuantos años en el fútbol formación del Athletic Club de Bilbao (eso sí, con contrato profesional), tuve la oportunidad de ser entrenador de porteros en uno de los equipos más importantes y conocidos del continente africano, el cual podríamos considerar como una especie de Real Madrid sudafricano. Un club en el que permanecí trabajando durante 5 largas temporadas y un ciclo al cual di fin hace 7 meses escasos.
Y esto es algo que duele también a los entrenadores de estos países, porque muchas veces se dan cuenta de que no es oro todo lo que reluce y llega de Europa. Ellos también dicen que «Las meritocracias no existen». Señores, esto es lo que es, y nunca llueve a gusto de todos. De lo que no hay ninguna duda es que el tiempo pone a cada uno en su sitio (te quita y te da la razón), y que si el llegar a la élite es más fácil para unos más que para otros, el mantenerse es igual de difícil para todos.
En los años que llevo dedicándome a este trabajo he visto de todo, y el tiempo me ha enseñado que no hay que valorar a los entrenadores en base a su nombre, su lugar de procedencia o su pasado como jugadores. Ni incluso mirando la formación que han recibido, sino en base a lo que son capaces de hacer día a día en el trabajo. Vengan de donde vengan y tengan el curriculum que tengan. No es tan solo tener unos conocimientos, es importante darles una utilidad y saber hacer un buen uso de ellos.
Eso sí, en el mundo del fútbol hay que ser siempre muy consciente de cual es la realidad y aceptar que no todo está en nuestras manos. Tal y como pude leer a Pep Marí (psicólogo deportivo) en un tweet la semana pasada: “Si sólo depende de ti y está dentro de tus posibilidades, solamente entonces querer es poder”. Cuando nos miramos al espejo todos consideramos que estamos preparados y que merecemos una oportunidad. Creemos en nuestra «meritocracia», pero por desgracia no somos nosotros los que decidimos. Y no hay una fórmula matemática, ni un procedimiento, que nos lleve a alcanzar nuestros objetivos y nuestros sueños. No únicamente en base a nuestro trabajo.
¿La frase del día de hoy? Tu puesto de trabajo no es tu trabajo. Lo que hagas desde tu corazón y alma es tu trabajo. Tú no eres el cargo que indica tu tarjeta de visita. Eso es algo anecdótico. Tú eres aquello en lo que pones tu energía y compromiso y ahí es donde existe una oportunidad de marcar una diferencia y de hacer una contribución que el mercado pueda reconocerte. Esa vocación (pasión) es a la que hay que escuchar y darle forma, hay que empaquetarla bien y ponerla en valor para que el mercado la reconozca y la compre. Lo decía el director de orquesta argentino Ángel Mahler: El talento tiene que ver con el placer, y el verdadero placer es hacer lo que amas. Entonces, sólo entonces, hay una oportunidad para dejar huella(Seth Godin). Quizás, haciendo valer este texto, alguno será capaz hasta de conseguirlo. Dedicado a todos aquellos que continúan haciendo «méritos» para conseguir su sueño.
Jon Pascua Ibarrola – Entrenador de Porteros de Fútbol.