El cierre del mercado de fichajes de la madrugada de ayer lunes 31 de agosto ha sido, como siempre, comidilla y centro de rumores, discusiones, alegrías y conflictos para todos los aficionados. Me llama la atención el todo tipo de comentarios que generan el sobrevalorado “amor a los colores” y más aún los “besos al escudo”, razón que me ha inspirado escribir este artículo.
Las imágenes de Fernando Llorente besando el escudo del Sevilla ha levantado algo de polvareda en cierto sector de los aficionados rojiblancos, de la misma forma que otros no ven, con buenos ojos, el fichaje de Raúl García por entender que no puede tener una gran implicación a los colores rojiblancos.
¿El amor a los colores? Está para mi sobrevalorado. Prefiero que me hablen de implicación, valores y compromiso. ¿Los besos al escudo? Ni me gustan ni me desagradan. ¿Sinceramente? Me son indiferentes. No me generan ningún tipo de emoción, ni tan siquiera los enjuicio. Lo de besar un escudo no me parece ni una falta de respeto al club anterior ni una indicación del nivel de amor del jugador a los colores del equipo que va a comenzar a representar.
Lo que no perdonamos ni olvidamos, en todos estos casos en los cuales vemos besos a los escudos, es que los jugadores fueran los que se quisieran marchar y abandonaran nuestros clubes. Tenemos una gran memoria. Eso si, selectiva, porque olvidamos muy rápido a todos aquellos a los que echamos a la fuerza a pesar de que ellos nunca quisieron marchar.
¿Las razones por las cuales los jugadores se quieren marchar? A quién le importan. Las personas “mortales” cambian de trabajo para ganar más ¿Por qué no los futbolistas?. Uno tan solo vive una vez, y si un jugador está interesado en marchar, por dinero o por vivir una experiencia diferente en la vida, su libertad de elección es algo que debemos aceptar, y sobre todo respetar. Y hacerlo mirando las cosas con perspectiva, recordando a todos los que no quisimos que continuaran a nuestro lado, en algunas ocasiones porque preferimos hacer caja y llevarnos el dinero. ¿No son las mismas cosas?.
Me parece curioso también lo fácil que enjuiciamos los valores y sentimientos de los jugadores de fútbol cuando se quieren marchar, y lo rápido que los denunciamos y criticamos. En cambio, en las empresas en las cuales trabajamos aceptamos el hecho de tener compañeros poco entregados, implicados y en algunos casos hasta vagos, y hacemos oídos sordos al respecto, colaborando en el bajo crecimiento, o nulo, de la entidad o empresa para la cual estamos trabajando.
Nuestros juicios de valor son diferentes para los futbolistas, tendríamos que revisarlos. No me parece coherente criticar el poco amor a los colores de los jugadores de fútbol por querer abandonar un club por todos aquellos que en su entorno no son capaces de denunciar, también abiertamente, el poco compromiso e implicación de sus compañeros en sus puestos de trabajo.
El amor a los colores, sigo pensando que está sobrevalorado y nos hace infravalorar, en determinadas ocasiones, los registros y el rendimiento. Diría que la crítica hacia la falta de “amor a los colores” es un recurso de nuestro orgullo, que se siente rechazado por aquellos que no quieren continuar a nuestro lado.
Personalmente no creo que vaya a besar jamás un escudo, al igual que no tengo ninguna duda que me entregué, me entrego y me entregaré al servicio de todos aquellos clubes para los cuales he trabajado y trabajaré a lo largo de mi carrera deportiva.
El amor a los colores y los besos al escudo no garantizan ni rendimiento ni éxito en cualquiera de los ámbitos del trabajo. Son la cantidad de pasión, la implicación, los valores y el compromiso lo que nos fideliza. Me atrevería a afirmar que amo y amaré eternamente mi trabajo como jamás podré amar a ningún club en toda mi vida. Y a pesar de que he querido a Sundowns con toda mi alma durante el tiempo que se prolongó nuestro largo viaje de 5 años, no dudaría en trabajar para sus eternos rivales Kaizer Chiefs y Orlando Pirates.
Y esto, no me generaría ningún tipo de conflicto por aquello de que durante el lustro que compartí mi día a día en Sundowns mi implicación y mi compromiso estuvieron siempre a la altura de una profesión por la que siento el mayor de los respetos. Y porque las entidades, porque no decirlo, no siempre son justas en las decisiones sobre el futuro de sus asalariados. Eso si, no tengo ninguna duda de que trabajo y estoy al servicio de ellas, de la misma forma que se que en cualquier momento, de manera justa o no, prescindirán de mis servicios en el momento menos esperado y no les temblará el pulso al hacerlo. En este trabajo, todos tenemos fecha de caducidad.
A menudo me da la sensación de que el sentimiento a un club se valora más que el rendimiento, la implicación, la capacidad de trabajo o el compromiso, y que es algo que estamos sobrevalorando. Términos como “es de la casa” tienen más valor que “Es implicado y entregado en su trabajo”. Por poner un ejemplo, no tengo ninguna duda de que Cristiano Ronaldo se entregaría en cualquier club en el que realizara su trabajo.
Con amor o no, con beso al escudo o sin él, pero haría su trabajo, que es la razón por la cual los jugadores obtienen un salario y son remunerados. No les pagamos para que estén trabajando siempre a nuestros lado, sino para que den valor al club el tiempo durante el cual están vinculados.
¿La frase del día de hoy? «No es suficiente saber, también hay que aplicar. No es suficiente querer, también hay que hacer» (Goethe). Y dicho esto, Don Fernando Llorente, tienes toda mi bendición para hacer un gran trabajo en el Sevilla, tal y como lo hiciste en el Athletic. Lo mismo que Raúl García, que con beso al escudo y sin él, con amor y sentimiento hacia los colores o sin ellos, tan solo le pido que ponga en el campo lo mismo que puso con el Atlético de Madrid; nada más y nada menos que compromiso, implicación y trabajo, mucho trabajo. No tengo ninguna duda de que se ganará dignamente el respeto de los aficionados tanto como su salario.
No he podido aguantar la tentación de incluir, dentro del artículo, una fotografía de Iker Casillas, todo un ejemplo de la poca memoria, o memoria «selectiva», que tenemos los aficionados en este deporte llamado fútbol. ¡Para la reflexión! Desde Bermeo, sin hacer juicios de valor y como siempre con amor mucho amor, el que fuera el goalkeeper coach de Sundowns, también conocido por algunos, solo por algunos, como «Sweetman», el «Profe» o Jon Pascua Ibarrola.
Jon Pascua Ibarrola
Bermeo, 1 de septiembre de 2015.