Agotando los días antes de volver a Filipinas para trabajar con la selección nacional durante las próximas fechas FIFA, esas que hasta finales de este año serán mi calendario laboral y me permitirán volver a calzar las botas de vez en cuando. Y unas fechas, porque no decirlo, que se han convertido en un auténtico reto profesional tanto como personal.
En el aspecto profesional por aquello de que uno no siempre tiene la oportunidad de trabajar para una selección nacional (por humilde que esta sea) representando a un país, y en lo personal porque me obligan a gestionar una de las luchas más significativas del hombre: el equilibrio entre la vida y el trabajo.
Cuando uno le apasiona su trabajo el tiempo que invierte en él nunca le parece suficiente, las horas siempre parecen pocas y la línea que separa lo personal de lo profesional va haciéndose cada vez más delgada hasta que desaparece, haciendo que estas dos vidas se integren en una sola.
Tras 5 intensos años en el fútbol africano en los cuales fui tan libre como esclavo de mi trabajo, mi vuelta a España a mediados del mes de mayo de 2015 (fecha desde la cual no tengo una continuidad diaria en los terrenos de juego) me ha hecho reflexionar mucho sobre este aspecto. Reflexionar sobre la búsqueda del equilibrio entre estas dos vidas. Pero hacerlo en movimiento, no desde una actitud de espera, y sin dejar de dedicar un tiempo a todo aquello que deseo conseguir.
Reflexionar sobre el respeto que debemos de tener a nuestra vida personal, teniendo muy claro que el éxito no es aceptable si no hay un equilibrio y una armonía entre ambas vidas. Y sobre todo reconocer que el cuerpo, la mente y el alma tienen que tocar la misma melodía.
Reflexionar sobre la confusión de pensar que porque tenemos un trabajo, una carrera y un cierto éxito profesional, tenemos una vida. Reflexionar sobre el truco para llegar a tener este equilibrio, que tal y como decía Simon Sinek, se basa en que sacrificar cosas importantes no sea la norma. Durante todo este tiempo he dedicado parte de mi tiempo a pensar que el equilibrio es la clave de una vida exitosa, y que en muchas ocasiones esta nada tiene que ver con el llamado “éxito”. He reflexionado sobre invertir, tal y como decía Tanya Wheway, tiempo y energía en ambas vidas por igual. Y hacerlo sin negar la esencia de lo que represento.
Me he dado cuenta de que el equilibrio reside en nuestro control, y que Francis J. Braceland estaba en lo cierto cuando lo afirmaba. Y que no puede haber equilibrio sin felicidad, ni felicidad sin equilibrio. Estos últimos meses me han enseñado también que para llegar a tener equilibrio hay que arriesgar lo inusual, y que si no es así terminarás, tal y como dijo Jim Rohn; conformándote con lo ordinario.
Marc Cuban decía que si estás preparado y sabes lo que necesitas, lo que asumas no será realmente un riesgo. Que solo tienes que averiguar cómo conseguirlo, y que siempre encontrarás una forma de hacerlo. Durante estos últimos tiempos me he dado cuenta también de que el único riesgo que debemos evitar a toda costa es el de no hacer nada. Y que tal y como dijo Drew Barrymore: “Si no tomas riesgos, tendrás un alma perdida”.
He aprendido, o mejor dicho estoy en el proceso, de atreverme a perder los pies momentáneamente porque si no lo hago acabaré, tal y como decía S. Kierkegaard, perdiéndome a mí mismo. Hasta he llegado a pensar, coincidiendo con Goethe, que los peligros de la vida son infinitos, y que entre ellos el más mortal es el de la seguridad. Que ganar sin riesgos es un triunfo sin gloria y que para triunfar tu deseo por hacerlo tiene que ser más grande que tu miedo a fracasar (Bill Cosby).
Y que a menudo la diferencia entre un hombre exitoso y uno fracasado no son las habilidades o ideas, sino el coraje de apostar por estas, de tomar riesgos calculados y de actuar (Maxwell Maltz). Pero por encima de todo, he aprendido que sin tener todo lo que quiero tengo todo lo que necesito. La lección es que debo aprovechar la oportunidad que el tiempo libre me da para disfrutar de mi vida personal, aunque siempre en movimiento y sin perder de vista ni el objetivo ni la meta. Y hacerlo, cómo no, sabiendo que la felicidad está en el camino y no el destino.
¿La frase del día de hoy? “Yo me pido vida”, frase que da título a una canción de Vanesa Martín. Yo me pido vida, yo me pido vida, para poder seguir… Desde la República Independiente de Bermeo como siempre con amor mucho amor el “Profe”, también conocido por algunos, solo por algunos, como Jon Pascua Ibarrola.
Jon Pascua Ibarrola
Bermeo, Miércoles 24 de agosto de 2016
Vídeo y fotografía: Durante este pasado lunes 22 de agosto de 2016, en la Cascada de Pedrosa de Tobalina (provincia de Burgos). Disfrutando de un día inolvidable antes de mañana jueves volar rumbo a Manila (Filipinas). Tal y como dijo Paul Tillich: “Decisión es un riesgo arraigado en el coraje de ser libres”. Si nunca te mueves, no esperes un empujón (Malcolm S. Forbes).
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